4.4.08


M.Trives / Diari de Cubelles



Aquets dies tenim informacions molt preocupants amb el tema del aigua .Fent una ullada a determinats mitjans informatius ,llegeixes posicionaments de governs,oposició ,experts ,ingeni ers , que es passen la pilota sota la mirada de ciutadans perplexos ,del nostre entorn i d´ altres propers o no ,un pel mosquejats per tanta bellugadissa i amb l’arròs al foc a punt de passar-se de temps. Se suposa que el ciutadà paga la seva aigua i vol un servei i unes infraestructures adequades als temps que corren i previsions en cas de sequera que potser no es van resoldre en el seu moment amb pèrdues inexplicables o desaprofitament per canalitzacions potser obsoletes. La realitat es que no plou i d´ aquí a poc aquesta situació serà no preocupant com ara sinó dificultosa a l´ hora d´ obrir una aixeta. Llegiu aquestes informacions aparegudes en que tot un plec de raons son exposades. Interessants els continguts.


Imatge/www.sabadell.cat


EDITORIAL



Barcelona, sedienta



La falta de previsión de los sucesivos Gobiernos catalanes explica el problema actual del agua




Barcelona y su región metropolitana suman unos cinco millones de habitantes, en una zona en la que no hay ni un solo río caudaloso. En materia de agua, se nutre de dos cauces menores: el Ter, sobre todo, y el Llobregat. Las reservas de ambos se hallan ahora bajo mínimos, dada la conjunción de dos factores: una sequía persistente (la mayor en los 60 años en los que se dispone de registros) y la falta de previsión de los Gobiernos catalanes, donde CiU, hoy beligerante en el asunto, tiene mucho de lo que arrepentirse. Ni siquiera si se hubiera optado por su gran proyecto, el trasvase del Ródano, se habría evitado el actual episodio de sequía, porque para terminar las obras (contando con que no hubiera retrasos) faltarían aún unos cuatro años.




Guerra del agua ante la sequía catalana

Pero es que el problema de Barcelona, siendo también de modelo a largo plazo, es hoy por hoy un asunto a muy corto plazo. Las reservas actuales pueden llegar, como mucho, hasta el otoño. El problema es qué hacer desde ese momento, octubre, hasta abril, cuando entrará en funcionamiento la desalinizadora del Llobregat, que aportará 60 hectómetros cúbicos anuales (el equivalente a dos meses de consumo). Si llueve, perfecto. Pero un Gobierno responsable no puede fiar en ello su política.



El trasvase de entre 20 y 45 hectómetros de agua del Segre al Llobregat, con no pocos condicionantes que garanticen el caudal ecológico del afluente del Ebro, no es la peor solución. Pero ha quedado enturbiada por la errática política del consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar (ICV), hecha de regates semánticos forzados, porque, se mire como se mire, se trata de un trasvase propuesto por un Gobierno que ha hecho bandera de rechazar cualquier trasvase. Baltasar negó primero los hechos para acabar reconociendo que son ciertos, eso sí, iniciando una bizantina batalla léxica, con el argumento de que no hay trasvase si la obra que se hace para llevar agua de un río a otro no es para siempre, y retando al mundo a que encuentre una nueva palabra donde él no encuentra nada. Y además, actuó como si el Gobierno central careciese de competencias en la materia.



El consumo de agua es hoy muy desigual en Cataluña: el sector primario (agricultura y ganadería) exprime el 73% de los recursos y su aportación al PIB apenas supone un 2%. Los consumos domésticos alcanzan sólo el 18%. El resto corresponde a una industria donde el pago de tasas (al contrario de lo que ocurre en la agricultura) ha impuesto políticas de ahorro. Habrá que reequilibrar todo esto. Pero de inmediato, lo que se impone es solucionar el abastecimiento hasta la entrada en funcionamiento de las desaladoras, tres previstas, dos ya en construcción, cuya aportación sumada, 180 hectómetros cúbicos anuales, equivale al déficit anual de la región metropolitana. Tras la saga de los apagones eléctricos y el caos de Cercanías, los barceloneses merecen al menos no padecer sed.







LA LUCHA CONTRA LA SEQUÍA

Sale a información pública el proyecto que apunta al enlace con el minitrasvase


El Ebro gana adeptos

Antonio Cerrillo Barcelona 03/04/2008 Actualizada a las 03:31h



El agua sobrante de los canales del delta del Ebro sigue ganando adeptos como solución preferente para abastecer la región de Barcelona, dar un respiro a su terrible sequía y dar, incluso, una solución estructural a su escasez de recursos.


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El Ebro vende agua

Relevantes hidrólogos o el Col·legi d´Enginyers de Camins, Canals i Ports de Catalunya se han manifestado claramente por esta opción, frente a la opción del trasvase del Segre. Otros expertos matizan, sin embargo, que en las actuales condiciones (y dada ya la falta de tiempo y la necesidad de actuar por la vía de urgencia) los recursos que podrían aportarse por esta vía no resolverían todas las carencias.

En cualquier caso, los expertos consultados atribuyen la actual situación a una gran improvisación. Si se hubiera hecho ya la interconexión entre el minitrasvases del Ebro y el sistema metropolitano de abastecimiento, la crisis no habría alcanzado ni mucho menos la dimensión actual. "No podemos desaprovechar ningún recurso. No podemos estar rezando para que llueva, como en la edad media", declaró a este diario Lluís Berga, catedrático de Ingeniería Hidráulica de la UPC.

Sin embargo, el conseller Francesc Baltasar reaccionó ayer de una manera un tanto displicente ante el ofrecimiento hecho por las dos comunidades de regantes del delta del Ebro. Estas comunidades se mostraron dispuestas por vez primera a enviar el caudal sobrante del denominado minitrasvase del Ebro hasta la región de Barcelona.

Ahora, gracias a esa agua, el Consorci d´Aigües de Tarragona tiene una concesión anual para aprovechar 121 hm3 anuales en el Camp de Tarragona, pero sólo se emplean tres cuartas partes de esta suma, por lo que quedan disponibles unos 45 hm3 para la región de Barcelona. Esta cantidad es bastante más que el trasvase de emergencia y temporal (32 hm3 en ocho meses) desde el Segre al Llobregat propuesto por Medi Ambient, y rechazado por el Gobierno.

Baltasar opina que esta agua no soluciona la tremenda crisis. "Esta tubería la hemos estudiado muchas veces, y proporcionaría una aportación ridícula, tan pequeña que en estos momentos no nos serviría para la situación de emergencia", declaró. "No dudamos que podamos preverla en el futuro; pero en estos momentos, no es viable. Lo agradecemos, pero no la podemos descartar", declaró Baltasar.

Sus afirmaciones fueron rebatidas por otros expertos: si el agua sobrante de los canales del Ebro no está siendo ya aprovechada es porque se ha perdido un tiempo precioso; se ha prescindido de un caudal de manera imperdonable, dicen. La interconexión estaba prevista entre las obras alternativas al derogado trasvase del Ebro, recordaron el catedrático Lluís Berga o el decano del Col·legi d´Enginyers de Camins, Josep Oriol. Sin embargo, este enlace hidráulico fue retirado por el Departament de Medi Ambient en el 2004, bajo presión de las plataformas territoriales de Tarragona, que la tacharon de "trasvase encubierto" del Ebro.

En cualquier caso, habría que hablar de dos posible trazados de interconexión (como mínimo) entre el minitrasvase y la región de Barcelona. La actual tubería de Tarragona llega a Cunit con un diámetro pequeño, y eso condiciona la conexión.

Lluís Berga recuerda que en primera instancia se podría hacer una interconexión desde Cunit hasta Cubelles con una conducción de unos 12 km, para la cual se requerirían unas obras de corta duración (unos tres meses). El problema, naturalmente, es que como la conducción en Cunit es pequeña, no podrían enchufarse los 45 hm3 de agua anuales sobrantes, sino sólo 12 hm3 (unos 300 litros/s como máximo), según sus estimaciones.

En segunda instancia, la interconexión de mayor calibre (a través de un posible trazado entre El Vendrell y Vilanova de más de 20 km) permitiría aprovechar el resto del caudal disponible (hasta completar los 45 hm3). Y, para ello, según Berga, en condiciones normales, se requerirían unos seis meses (aunque otras fuentes estiman que sería de entre seis meses y un año). "Tenemos que ir a donde está el agua; y el agua está en Cunit. Además, vendría en tubo, ya potabilizada. La del Segre está demasiado lejos", explicó Berga. Josep Oriol, decano del Col·legi d´Enginyers de Camins, Canals i Ports de Catalunya, declaró que "aunque la obra inicial no permita aprovechar los 45 hm3 anuales, la conexión inmediata entre Cunit y Cubelles serviría para aprovechar un tercio del caudal, haciendo una obra inmediata".

"Además -agrega- hay una ventaja económica añadida. Y es que no haría falta que fuera una instalación temporal. No haría falta desmontarla. Podría estar hecha y serviría exclusivamente para el caso de necesidad de Barcelona". Oriol insiste en que aunque la tubería que une Cunit y Cubelles no es la panacea, no puede ser desestimada y, además, ambas conducciones pueden acometerse de forma paralela. "Es evidente que se necesita más agua, pero no podemos dejar que se escapen esos otros 12 hm3", dice.

Otros expertos sostienen, en cambio, que la interconexión Cunit-Cubelles ofrecería un caudal aún menor y que la opción de interconexión a través del itinerario El Vendrell-Vilanova ya no llegaría a tiempo para saldar la emergencia. Manel Hernández, director de la Agència Catalana de l´Aigua, declaró anoche en TV3 que la interconexión, tal y como fue ideada en su día, supondría, un tubo de 61 km y 21 meses de obras y 180 millones de inversión. Otras fuentes opinan que la Generalitat se decantó por la opción del Segre frente al minitrasvase por el temor a que las plataformas de Tarragona volvieran a expresar sus protestas y a exhibir su músculo político (pues son muy influyentes en ICV).

Sin embargo, la Administración sigue explicando su gestión con cuentagotas. Y así, hace unos días sacó a información pública el proyecto de conexión de todo el municipio de Cubelles y Vilanova Geltrú con la red de Aigües Ter-Llobregat. Se puede decir que se ha dado un paso más hacia la interconexión: el agua del Ebro queda a tiro de piedra.