16.10.08

Arrel de que la paraula crisis surt a tot arreu i preocupa a tothom ,Diari de Cubelles recomana la lectura d´un article escrit per Pilar Rahola a la Vanguardia ja fa uns dies i que considerem incloure en aquest petit espaí de lectura degut al seu interés....




¿Dónde está el Senyor Esteve?

La economía del yuppismo dilapidó los valores que nos legó la tan denostada burguesía industrial


Pilar Rahola 14/10/2008 Actualizada a las 06:25h


Me pregunto cuál sería el enfoque de Santiago Rusiñol, en estos tiempos de yuppies agresivos, ingeniería financiera y despilfarro millonario. En su ideal modernista, ávido de desprenderse del monótono perfil de los fundadores de La Puntual, Rusiñol atacó los valores de la pequeña burguesía que nacía con el siglo. Desde el avi Esteve, que había fundado su tienda de "vetes i fils" en el barrio de la Ribera, pasando por el hijo Ramon y el nieto Esteve, creador del imperio textil y padre simbólico del propio Rusiñol, todos estaban cortados por el mismo patrón práctico, sin otras grandes aspiraciones que progresar económicamente, tener una vida ordenada y dejar un patrimonio familiar. El pequeño burgués era, para el artista Rusiñol - o para el solitario Ramonet de su obra-, el paradigma de la mediocridad, sin otra habilidad creativa que la capacidad de hacer crecer una empresa. Sin embargo, esos valores, que su alma artística percibió faltos de grandeza, habrían sido de una enorme utilidad en los tiempos actuales. Porque si algo hemos sufrido durante estas últimas décadas ha sido, precisamente, un exceso de creatividad económica, una falta total de sentido del rigor, y una nula capacidad de pensar en el futuro. Puede que el Senyor Esteve fuera, como buen pequeño burgués, un hombre gris. Pero los ejecutivos de Fortis que se fueron de fiesta millonaria al Louis XV del hotel París Monte-Carlo, y gastaron 150.000 euros en darse unos pequeños lujos, después de haber sido nacionalizados, representan la maldad de un sistema que, precisamente, ha perdido los valores que la burguesía nos ha legado. Igualmente podríamos decir de los ejecutivos de la aseguradora AIG, que después de haber sido rescatada por el gobierno norteamericano con 85 mil millones de dólares de los contribuyentes, se fueron a lamentarlo en el balneario Saint Regis, de Monarch Beach. Según el demócrata Henry Waxman, los ejecutivos se gastaron 440.000 dólares en una semana, 200.000 en habitaciones, 150.000 en comidas y 23.000 en costos de spa, pedicura para sus sufridos pies incluida. Nada sorprendente, sin embargo, en los protagonistas de la hoguera de las vanidades,cuyo lema se basa en un carpe diem desaforado donde vale más quien más rápido se hace millonario y más rápido dilapida su fortuna. El personaje del yuppie, nacido al albur de las nuevas tecnologías aplicadas a la economía, capaz de una creatividad especulativa tan notoria como su falta de escrúpulos, está en la base del crack actual.

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