14.7.09

Diari de Cubelles

Joan Barril periodista valuós i que diàriament molts de nosaltres busquem la seva columna a El Periòdico a la hora d’aquet petit exercici matinal de llegir el diari en paper o no, fa en aquest article una revisió del que suposa el Si del qüestionat Finançament finalment aprovat i del que tots esperem bons resultats. Es clar que sempre hi tenim detractors i estalvieu-se llegir les portades de determinats diaris i no cal fer propaganda d´ells , en que com sempre Catalunya i els catalans som injustament tractats encetant campanyes dirigides a incitar poques empaties a fi d’aconseguir d’altres objectius no precisament d’agermanaments.
LOS DÍAS VENCIDOS

El Dr. No ha dicho Sí
JOAN BARRIL
Me dirán que soy un aguafiestas, pero lo mejor de estos días en los que se ha llegado a un acuerdo con la financiación autonómica es precisamente que ya se ha acabado. Fuera palabras y vivan las cifras. Porque las cifras, sobre todo cuando las cifras son favorables, jamás amargan a nadie. Vengan pues las cifras favorables y vamos a gastar en servicios públicos, que es al fin y al cabo lo que se espera de los políticos.Ahora, en Catalunya, los negociadores se ponen medallas y dicen que ha sido un éxito. Sin duda, Montilla ha sabido hacer de la necesidad virtud. Incapaz de provocar grandes entusiasmos, el presidente ha convertido la discreción en un signo de inteligencia de la política-zen. Ha dejado que sus socios buscaran en todo momento un protagonismo que no tenían y así, de esa manera, el presidente ha navegado sobre aguas turbulentas. A veces un éxito consiste simplemente en resistir y quedar como el árbitro del silencio.Hoy más de uno se llenará la boca con palabras heroicas. Es la legítima efusión de los que también están cansados. Esos negociadores no estaban solos. Jugaban con el hastío y con la complicidad de empresarios que veían que de la financiación también podían sacar tajada. En este asunto de los dineros se ha producido un viraje curioso: las inquietudes empresariales catalanas ya no se han visto representadas por sus partidos naturales. El maximalismo de CiU ha sorprendido a los antiguos defensores del peix al cove, que han visto alarmados que de seguir así podían quedarse sin pescados ni capazos. Y el rentable anticatalanismo del Partido Popular y sus voceros ha dejado una vez más al PPC en una situación incómoda. Incluso Ciutadans ha acabado celebrando el acuerdo, tal vez porque últimamente no tiene muchos motivos para celebrar nada.Pero el acuerdo no es en absoluto glorioso. Es útil, es sensato, es justo, pero también ha mostrado durante esos años la endeblez del Estado de las autonomías, ese Estado en el que nadie cree. Los nacionalistas periféricos, porque les sabe a poco. Los nacionalistas españoles, porque entienden las autonomías como un virus para acabar con el Estado y con la enorme corte de personajes que de él viven. Cuando un acuerdo entre correligionarios tarda tantos años en firmarse es que estamos ante un verdadero fracaso que nada bueno augura para el futuro. Tal vez los millones de hoy serán uno más de los agravios que mañana acabarán de nuevo con las esperanzas de una España mutuamente respetada.Y, sin embargo, no hay fracaso sin triunfo. Y el triunfo de ese proceso ha sido el paso atrás que los medios demagógicos han desarrollado para atontar más a sus lectores y sus oyentes. Tal como se ha ido viendo, en la financiación, en ciertos medios de Madrid, parece como si el dinero saliera del Estado y se fuera a capitalizar una Catalunya omnívora a la que tanto le da tragarse el agua valenciana, el arte de Barbastro o los presupuestos escolares de media España. Pero nadie ha dicho todavía que los dineros que va a dar el Estado a las autonomías alguien los ha puesto previamente allí. Y ese alguien no es otro que el ciudadano común, sea extremeño, canario o catalán. Se ha acabado hablar de dineros y por fin hay un modelo. Así lo dijo Antoni Castells, el Doctor No, sin duda el hombre que más ha visto subir su tarjeta de puntos de tantos vuelos que ha hecho a Madrid. A veces la terquedad del No acaba engendrando un que permite ir de vacaciones un poco más tranquilos.