9.4.10

M. Trives /Diari de Cubelles


Ja tenim en portes Sant Jordi. A totes les llibreries van arribant exemplars que prometen una venta segura i també molt relacionada amb la difusió de portades encarades al carrer a les vitrines d’establiments destinades a temptar al lector.
Un dels llibres recomanats fa uns dies es el de Josep Mª Castellet anomenat Seductors, il·lustrats i visionaris. Sis personatges en temps adversos (Ed. 62, Barcelona, 2009) i del que Francesc de Carreres a La Vanguardia va fer un extens article molt recomanable a tornar a llegir si no ho heu fet.
Segur que us temptarà...
Todos fueron seductores
Hace unos meses se publicó el último libro de J. M. Castellet, 'Seductors, il · lustrats i visionaris. Sis personatges en temps adversos' (Ed. 62, Barcelona, 2009)

01/04/2010

Francesc de Carreras
Hace unos meses se publicó el último libro de J. M. Castellet, Seductors, il · lustrats i visionaris.Sis personatges en temps adversos (Ed. 62, Barcelona, 2009). Estos seis personajes son Manuel Sacristán, Carlos Barral, Gabriel Ferrater, Joan Fuster, Alfonso Comín y Terenci Moix. Además, hay que añadir un inevitable séptimo, transversal en toda la obra: el propio José María Castellet. El libro es también una fragmentaria autobiografía.
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La publicación de la obra de Castellet hubiera debido ser un acontecimiento y no lo fue, seguramente porque la expresión mediática del mundo literario está más determinada por las cifras de venta que por los valores culturales, lo importante son los Larsson y Larsen de turno. Esperemos que la versión en castellano - dentro de unos meses la publicará Anagrama-tenga la resonancia que el libro merece. Yno les estoy hablando de un pesado mamotreto sobre teoría literaria o un estudio académico sobre filosofía y estética, sino de un texto muy divertido, lleno de ironía y hasta de un repentino humor que, en momentos, llega a provocar la carcajada. Es el caso, entre otros, de la anécdota del negrario, una pieza de la que no se olvidaba nunca Dámaso Alonso en sus viajes y que tanto interesó a Salvador Espriu.
Si no saben qué es un negrario lean el libro y les aseguro que pasarán un buen rato.
Así, Castellet retrata a seis grandes amigos, lo cual permite ofrecernos una visión muy cercana, en muchos casos la cara oculta, o cuando menos no pública, de los personajes escogidos, sólo accesible, como es el caso, desde la intimidad y el trato continuado. El valor del libro está, pues, en la agudeza del testimonio, en convertir la anécdota en categoría al ir retratando al personaje y, tras él, su época y, cuando menos, atisbos de su obra. Lo mismo que hizo Josep Pla en sus Homenots.En parte, por tanto, este libro tiene alguna semejanza con otro de Castellet, Els escenaris de la memòria,publicado en 1988, también un conjunto de retratos de escritores que había tratado. La diferencia está en que en Els escenaris...,los protagonistas eran maestros y conocidos, si aplicamos aquella aguda distinción planiana entre "amigos, conocidos y saludados"; en cambio, en el libro recién publicado, todos son amigos y, en algún caso, posiblemente Comín y Moix, los más jóvenes, Castellet era para ellos un maestro. Por tanto, el enfoque, de forma inevitable, es distinto, y la misma veracidad del testimonio tiene, en este último libro, un valor más objetivo.
Es probable que el retrato más completo sea el de Sacristán, no en vano, desde la infancia fueron amigos, vecinos y compañeros de colegio, su formación intelectual discurrió en comunicación diaria y escribieron sus primeros trabajos serios en la revista Laye,una plataforma insólita para la época en la que, además, participaban en tareas de dirección. Castellet nos describe muy bien la exigencia intelectual y la obsesión ética de Sacristán, también su excesiva rigidez, consigo mismo y con los demás, su alto sentido de la amistad, los abusos de autoridad en sus disputas dialécticas, sus formas extremadamente educadas. Una cabeza ordenada como ninguna que decidió, conforme a su alto sentido de la ética, dedicarse preferentemente a la política, para la que no estaba dotado.
Es el primer retrato, el más extenso, en el que ya se indican los puntos fuertes y débiles de los amigos, especialmente los errores en el enfoque de sus vidas. Así, Barral, antes que nada un literato, un homme de lettres,convertido en editor, además de éxito, sin agradarle las minucias y miserias de este oficio. Al fin, un personaje dubitativo, emocionalmente frágil, un gran actor que interpretaba a la perfección su personaje de conversador brillante, mundano, sociable y elegante, cuando lo que deseaba era ser poeta y navegar en solitario frente a la costa de Calafell. Por un igual el deslumbrante crítico Gabriel Ferrater, siempre desmesurado en todo, decente, pecador y arrepentido, leal con los demás y consigo mismo, pero andando por un camino que le conducía inevitablemente a la destrucción. Comín, hombre de fe, inaccesible al desaliento, atrabiliario en su trabajo, sistemáticamente impuntual, que combinaba la escritura, la dirección editorial y la incesante actividad política, sin perder su cautivadora sonrisa bajo su irresistible mirada azul, pero sin saber muy bien cuál era su oficio.
Quizás el más desdibujado es Terenci Moix, desplazado en parte por el retrato de Líster, pero donde la ambición literaria de su primera juventud queda malbaratada por un ego desquiciado y una complicada vida sentimental. Quizás a estas frustraciones escapa Fuster, satisfecho con su conciencia volteriana, recluido en su pueblo sin más aspiración que leer, escribir y conversar.
Contemplando a sus amigos, encontramos también un Castellet que se ve a sí mismo escéptico y distante. A los 24 años, en 1950, explicaba así su relación con la realidad: "El mundo se iba convirtiendo en algo extraño, lejano, vagamente inconcreto, definitivamente ajeno". Pero después, dejándose arrastrar por los acontecimientos, se convirtió en el centro del mundo que tanto rechazaba. Así pues, otro personaje frustrado que lamenta su aparente éxito. Seductores lo fueron todos, y sobre todo quisieron serlo. Ilustrados, unos más que otros. Visionarios sólo dos, Sacristán y Comín. El título del libro está, pues, justificado.

Font: http://www.lavanguardia.es/