14.8.11


La paciencia y la Renfe
La paciencia del usuario de Renfe merece, como mínimo, una tesis en psicología colectiva
Artículos 08/08/2011

Francesc Marc Àlvaro


El pasado viernes, este diario subrayaba la paciencia de la gente en el primer día del gran corte ferroviario que, durante tres semanas, deja la estación de Sants a medio gas, aislada hacia el sur y sin trenes para el aeropuerto. La paciencia del usuario de Renfe merece, como mínimo, una tesis en psicología colectiva. Todos los que somos o hemos sido fieles miembros de esta religión civil que promete trasladarte diariamente hasta tu lugar de trabajo o estudio nos hemos entrenado en el arte de soportarlo casi todo, principalmente los incumplimientos reiterados del contrato que la empresa pública pone en nuestras manos cuando nos vende un billete o un abono. Pero toda confesión organizada que no quiera caer en el relativismo reclama siempre una prueba más de fe a sus creyentes, como puede verse este agosto. El que estos días debe levantarse más temprano para ir a la oficina o a la fábrica sabe cuál es el gozo de este tipo de sacrificios.
La nieta del tío Baixamar, que trabaja todo el verano, disponía de un abono mensual pero, sumando y restando, llegó a la conclusión de que le saldría más a cuenta desplazarse en coche a Barcelona durante estas semanas de obras. Entonces, decidió dirigirse a la estación de su pueblo para reclamar que le devolvieran el dinero del abono, dado que no lo utilizaría. La burocracia siempre tiende al centralismo. La nieta de Baixamar fue informada de que tendría que hacer esta gestión en alguna de las estaciones de Renfe de la capital catalana. La norma es poner las cosas lo más fácil posible al bienaventurado que quiere resolver aquello que es de sentido común.
Afortunadamente, la joven es tozuda y llegó, finalmente, ante el mostrador adecuado. Allí, un amable empleado de Renfe aceptó resarcirle el importe de los viajes que todavía no había gastado, un puñado de euros que, tal y como están las cosas, sería un pecado regalar a la compañía de nuestros sinsabores. Perfecto. Pero el tío Baixamar se enfada: "Muy bien, le han devuelto el dinero, pero nadie la informó de que podía hacer esta gestión y de que tenía todo el derecho a ello; fue su idea cuando debería ser una iniciativa promovida por la dirección de Renfe, que sabe que muchas personas han renunciado al tren estos días, a pesar de tener abonos". Mi veterano amigo –que hoy sólo toma un café porque se queja de que lo retrato siempre bebiendo de lo lindo– está indignado: "¡La Renfe calla porque así no tiene que devolver tanta pasta, me juego el sombrero!". Soy un poco menos malpensado que el tío Baixamar: seguro que Renfe no nos quiere robar, sólo es un olvido. Por si acaso, desde aquí, animamos a todos los usuarios que este agosto pasan del tren a hacer lo mismo que la nieta del pescador, y también rogamos a Damià Calvet, alto responsable de la cosa en el Govern, que se informe bien claramente de esta posibilidad.
Font :http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20110808/54197512283/la-paciencia-y-la-renfe.html