15.12.11

Unicef, a tope de power


Xavier Grau. Periodista.


En Durban a esta hora llueve ligeramente y el termómetro señala veinte grados. En mi pueblo, Cubelles, Barcelona, el termómetro no pasa de los once grados. La brisa del mar impregna el ambiente de humedad y hace un frío que pela.

Pero en medio del parque, en el centro justo, bajo la potente iluminación de dos altísimas columnas de focos, una pareja de jóvenes ríe y se abraza. No por el frío, creo. Por la excusa del frío, seguro.

Max, el labrador negro, se acerca corriendo a cotillear. Entre ambos cuerpos -ella con un chándal rojo muy llamativo, él con cazadora marrón- no cabe ni el aire helado. El móvil sí. Los adolescentes de hoy han inventado la nueva fórmula de la intimidad globalizada: consiste en compartir el filete con el novio o la novia, o al revés, y retransmitirlo en tiempo real al mundo pero básicamente a @juani , @pedromari, @carles y en caso de duda a todalapeña.

En estos años de crisis económica y guerra de valores pienso que son los jóvenes como estos dos, abrazados a centenares, a miles, en millones de parques del mundo los que nos salvarán de la derrota final. Esto si, como proclama Unicef en su informe Estado Mundial de la Infancia 2011, nos convencemos que la adolescencia es la época de oportunidades para este convulso siglo XXI. Y para todo el Planeta, que no es poco.

Las dos criaturas del parque no notan la frialdad del aire. Es su mejor aliada en el abrazo. Por eso quiero que no se turben los de Durban y acierten con las nuevas recetas para preservarnos del cambio climático: con más calor quizás se gana pasión pero se pierde complicidad.

Nueve de cada diez adolescentes de los países en vías de desarrollo necesitan que les garanticemos, en la cumbre de Durban o a la de Fuencarral, que no reventaremos sus bosques, ni pudriremos sus mares ni intoxicaremos sus pozos para ver como repunta el Ibex en el telediario. Ya bastante mal estamos haciendo condenando a más de ochenta millones de adolescentes a vagar por el mundo sin trabajo.

La chica del chándal rojo coloca las rodillas sobre el banco del parque. El chaval, más curioso, le cuchichea algo al oído y ella sigue soltando risas. Me convenzo que sólo ellos y su generación pueden sacarnos del mal paso en que los listos del capitalismo sin límites y sus herederos nos han metido mientras todos hemos estado mirando a otro lado. Más madera, que es la guerra, más especulación, ¡que esto es jauja!

Unicef indica que tenemos señales para el optimismo. El mundo ha reducido un 33% la mortalidad infantil desde 1990 y hace llegar enseñanza primaria, agua potable y vacunas a millones de niños que antes de esta fecha morían sin llegar a cumplir un añito.

En esto debe de consistir la civilización: mientras dos jovencitos coquetean y se besan en una helada noche de diciembre sin sentir ni un indicio de frío y a su rollo ... el mundo vela por ellos. Y por nosotros, que nos hace falta.

El medio ambiente, la salud, la educación, la pobreza, la violencia y la carencia de paz son las cuestiones que, según Unicef, más preocupan a los millones y millones de adolescentes del Planeta que lo viven diariamente como usted y yo vivimos la obscena canción de la deuda soberana - ¿o tendría que decir vergüenza soberana? -.

Esta es la verdadera vergüenza soberana:

Más de cuatrocientos mil adolescentes mueren en el mundo por simples accidentes evitables, seis de cada diez chicas de Malí, Senegal y Ghana conviven con anemia crónica, más de setenta millones de adolescentes no tienen acceso a la educación secundaria y las enfermedades sexuales se cargan a millones de niñas en un santiamén mientras el Nikkei ni parpadea.

Una de cada tres adolescentes de los países en desarrollo -China al margen- se casa antes de los 18 años y la mutilación femenina sigue vigente a 29 países. En Sudáfrica, Namibia, Suazilandia, Haití y Ucrania los chicos entre 15 y 19 años arriesgan su vida en relaciones sexuales de alto riesgo.

Llamo al labrador, que ronda de nuevo junto a la pareja del parque, y pienso en cuántos millones de parejas como esta están privadas de su libertad, de sus afectos y de sus sentimientos. Sólo en la Asia oriental y el Pacífico tenemos contabilizados 329 millones de jóvenes entre 10 y 19 años y en la Asia meridional 325 millones más según datos de la ONU. ¿Diseñaremos el futuro sin hacerlos caso?

Siento frío. Me abrigo con la bufanda. Silbo al labrador negro y deseo que el joven de la cazadora marrón no descubra mi presencia y me parta la cara por haberles dejado un mundo que flaquea en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Me alejo confiando en el trabajo de Unicef pero pensando en la letra del último tema de Rihanna que escucha en su ipod la chica del chándal rojo:

"Y estamos uno junto al otro,

lo que necesitamos es volver a la vida.

Hemos encontrado el amor en un lugar sin esperanza "

Así suena al móvil de la pareja, entre los dos cuerpos y en una noche de hielo, su música y su vida: a tope de power. ¿Alguien más a la escucha?

Font: http://www.eldebat.com/