24.1.07

Crítica de las centrales de gas de ciclo combinado
Francisco Castejón

Los impactos ambientales

Uno de los impactos ambientales de una central de gas de ciclo combinado son las emisiones de gases contaminantes, si bien es verdad que las emisiones por kilovatio/hora producido son menores que en una térmica convencional. Sobre todo, se producen de dos tipos: emisiones de CO2, que contribuyen al efecto invernadero, y de óxidos de nitrógeno. Una central como la proyectada por Iberdrola en Moral de Sayago (Zamora), de 850 megavatios, produciría anualmente 2,7 millones de toneladas de dióxido de carbono, el principal gas causante del cambio climático. Este tipo de emisiones se produce por la mera combustión del gas (o del fuel), que inevitablemente contiene carbono. Su contribución al cambio climático hace que una elección por el gas a gran escala no permita la disminución rápida de emisiones, que es necesaria, sino al contrario. La lucha contra el cambio climático implicaría la apuesta por fuentes de energía que no emitan gases invernadero. El hecho es que nuestro país está a la cola de la Unión Europea en cuanto al cumplimiento del Protocolo de Kyoto, y sus emisiones de gases invernadero han aumentado un 45% respecto a 1990, el triple de lo que España se ha comprometido.

Además, se producen emisiones de NOx que generan lluvias ácidas. Un coche medio de una gran ciudad hace unos 10 kilómetros diarios, y emite, en promedio, unos 1,25 gramos al día para ese recorrido. La central de Sayago, por ejemplo, emitiría anualmente unas 2.000 toneladas de óxidos de nitrógeno, luego en una hora de funcionamiento emitirá el equivalente a las emisiones de 212.000 coches medios en un día. Los NOx reaccionan con el agua de la atmósfera y producen ácido nítricos y nitrosos que caen con la lluvia sobre el suelo. El efecto sobre los bosques, las aguas y los cultivos es muy dañino. A pesar de que las emisiones específicas de NOx por kilovatio/hora generado son menores que en otras instalaciones, sus muchas horas de funcionamiento hacen que estas centrales viertan al cabo del año grandes cantidades totales de NOx. Éste actúa, además, como precursor del ozono troposférico, que se producirá en el entorno de esas plantas los días de radiación solar intensa. El ozono troposférico es un contaminante de primer orden que afecta a los ecosistemas, a los cultivos y a la salud de las personas.

Las centrales que se sitúan a la ribera de un río no invierten, en general, en torres de enfriamiento o en otros sistemas más sofisticados de refrigeración. Casi todo el calor disipado va, por tanto, al agua del río, cuya evaporación aumenta, dando lugar a un consumo de agua. Además, la temperatura del agua sufrirá también un cierto aumento, con el consiguiente impacto sobre los ecosistemas que rodeen a la central. La temperatura del aire también aumentará, puesto que no hay que olvidar que la central produce prácticamente tanto calor como energía eléctrica. Es de esperar que se cree un cierto microclima en torno a la central que tendrá impacto sobre los ecosistemas próximos. Una central de 850 megavatios de potencia evapora 160-200 litros de agua por segundo. Esta cifra se puede comparar con el consumo de una persona media, que es de unos 140 litros al día. Luego una planta consume lo que unas 110.000 personas.

Los grupos ecologistas han venido criticando reiteradamente las declaraciones de impacto ambiental positivas de muchas de estas plantas por considerar que los estudios aportados por los promotores -y dados por buenos por el Ministerio de Medio Ambiente- minusvaloran los impactos reales de las plantas. Por citar sólo dos ejemplos, los valores de inmisión reales de las dos plantas de Aceca (Toledo) que funcionan en la actualidad (de 314 megavatios eléctricos y que queman fuel y gas) tienen más impacto efectivo que el predicho por el modelo. Y también que los valores efectivos de contaminación producidos en el entorno de las plantas de Castejón (Navarra), donde funcionan dos grupos de 400 megavatios, son muy superiores a los previstos por los modelos teóricos de predicción. Pero es que, además, los estudios de impacto ambiental los realizan empresas designadas y pagadas por los impulsores de los proyectos que, a veces, son incluso filiales de las empresas promotoras. Es, pues, imposible que un estudio de impacto ambiental salga negativo o siquiera obligue a correcciones serias en el proyecto. El visado del Ministerio de Medio Ambiente no es garantía suficiente para corregir estos problemas.
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