28.7.10

Un nou relat.Aquest,enviat per Luz Cassino,bona amiga nostra . Nascuda a Argentina,fa anys que resideix a Cubelles.Gracies Luz








La Biblioteca de la Calle Azcuénaga

Luz Cassino - 26.07.2010

La biblioteca de mi casa de la infancia era decididamente un territorio sin fronteras, un laberinto misterioso, la caja de Pandora. Era la libertad y el goce de elegir, de soñar, de internarnos en quién sabe qué historias, con qué gentes, en qué otros mundos.
Estoy impregnada del aroma de aquellos libros de variados tamaños, muchos de ellos soltaban una nube de polvo al moverlos, otros ofrecían páginas aceradas de letras diminutas. Y los había desteñidos, gordos, míseros y hasta opulentos.
Al volver a casa luego del trabajo, papá caminaba la Avenida Corrientes: la famosa, la de los tangos, la que nunca duerme. Corrientes se ofrecía plagada de librerías con mesas atiborradas de textos dejados como al descuido para que ciertos seres, disfrazados de transeúntes y perdidamente enamorados de las letras, revolvieran en sus lomos y en sus hojas.
Mi papá era uno de ellos. Recuerdo como si fuera hoy su figura enjuta atravesando el umbral, en una mano la consabida golosina para mí y en la otra una bolsa cargada de libros: ilusiones de papel.
A su debido tiempo cada quien, en mi familia, se zambullía en aquellas historias y se iba de viaje con sus personajes. Salía a conocer mundo, atravesaba montañas, vivía en altamar con los piratas, se calzaba una escafandra y se deslizaba hasta el fondo del océano o recorría palacios y jardines en las mil y una noches más fantásticas que pudiera una imaginar.
Alguien dijo una vez que leer sirve para frenar la muerte y para contener el miedo, esas insidiosas amenazas que nos acompañan durante toda nuestra vida.
Y también he escuchado por allí que quienes escriben son peligrosos artífices de una realidad que necesita ser ordenada desde la magia, desde la ficción.
Agradezco a mi vieja y a mi viejo, sabios, intuitivos, asombrosos hechiceros, que me empujaron al universo de los libros, abrieron la puerta y arrojaron bien lejos el candado.

1 comentari:

Pedro Casas Serra ha dit...

Preciosos recuerdos del maravilloso país de la infancia, Luz.

Un abrazo.
Pedro